Por Redacción.-Nadie duda de que Francisco Arias Cárdenas esté metido de cabeza en su gobernación. Lo absorbe el acto de gobernar. Le gusta gobernar. No otra razón explica su empeño en volver. El, como Diosdado Cabello, como Rafael Ramírez, igual que Maduro, tiene un proyecto de poder. “No hay que subestimarlo”, se escucha en las filas del chavismo y de la oposición. Además, él se cree con algún derecho, también de esto se habla, de ser una especie de factor de equilibrio a la hora de que la crisis reviente. ¿Cómo? Pues sí. El gobernador del Zulia se ha lamentado. Y su entorno le ha escuchado decir que Maduro no puede con los problemas. Que ya son bastantes. Es más, ha llegado a admitir que la situación luce insostenible. En el propio Zulia, él consideraba que las condiciones eran manejables, pero al encargarse del gobierno regional chocó con otra realidad. Hay una bomba de tiempo. Prácticamente, señalan fuentes de su entorno, Arias ha tirado la toalla en problemas como el contrabando de extracción. Imposible eliminarlo cuando las mafias provienen del narcotráfico, del estamento militar y de la propia dirigencia del PSUV. Entonces, Arias Cárdenas, que ya fue candidato presidencial, que enfrentó a Chávez, que ha sido gobernador con la IV y la V República, que conoce el país, extrapola la realidad y sentencia que la crisis puede reventar. Y cuando admite tal posibilidad, acepta que ya esta enfermedad es contagiosa en el chavismo: que Maduro no es el líder para controlar la situación. Aunque José Vicente Rangel señala que los opositores están subestimando a Maduro. ¿También Arias Cárdenas?