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Konfidenciales | |||
Hay más enredos en el juramento que le tomó Mikel Moreno a Maduro |
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Por Juan Carlos Zapata | |||
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Por Juan Carlos Zapata.- A Mikel Moreno se le enredó todo. Las ideas. Las palabras. La lengua. La seguridad en sí mismo. La memoria. La concordancia. Se le enredó la vanidad. Y se le enredó el poder. |
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¿En qué pensaba Maikel Moreno cuando se enredó? Pensaba en sí mismo. Pensaba en Nicolás Maduro. Pensaba en Cilia Flores. Pensaba en lo que estaría pensando su amigo Raúl Gorrín. Pensaba en lo que podía estar diciendo el mundo, pues el acto del 10 de enero era noticia mundial tratándose de lo que era: La jura de un Presidente al que la comunidad internacional no reconoce como legítimo y que era juramentado por un Tribunal Supremo que sufre del mismo mal, teniendo en cuenta que buena parte de los magistrados –el primero ya huyó a Estados Unidos- fue designada de manera express por una Asamblea Nacional que cambiaba de control. Pensaba en muchas cosas, Mikel Moreno. Porque la mente es una máquina. La mente elabora mundos. La mente construye destinos y dominios. La mente se inventa expedientes. La mente calcula. Y recuerda los números. Las claves de los teléfonos y las cuentas bancarias. La mente va al pasado. La mente juega con el futuro. Y de pronto sin que venga a cuento allí hay un imperio económico, o mira una dictadura, o evoca a Alejandro Andrade, o al magistrado que huyó, o mira a Rafael Ramírez. La mente hace que en un instante como ese el hombre de la mente se vea envuelto en su vanidad. Y se crea poderoso. Tal vez más que los que tiene alrededor.
Había seguridad en Mikel Moreno cuando le solicitó al secretario que leyera el acta del día. Había seguridad cuando se dirigió al país leyendo lo que era un alegato político, electoral, jurídico y constitucional de por qué se juramentaba Maduro ante el TSJ y no ante la Asamblea Nacional, supuestamente en desacato. Pero lo primero fue una frase que le dirigió al secretario. Y Lo segundo, la lectura de un documento, que ejecutó con voz segura y fuerte, con ritmo y tono imperativo, al tiempo que pasaba, con acertada disposición, página tras página del legajo que leía. Sin embargo, cuando apeló a la memoria, allí la operación no comenzó bien. No comenzó y no terminó bien. Comenzó con una falta de concordancia al hacer referencia a que Maduro había cumplido con lo que “reza” –ha debido decir rezan- “el artículo” –ha debido decir los artículos- 227 y 228 y los demás requisitos…de la Constitución. Así, comenzó el magistrado presidente comiéndose los plurales en un país que en el discurso que pronunció había definido como plural y democrático. Terminó mal cuando olvidó que debía decir “procurando” y dijo “verificando”, acostumbrado como está, igual que la cúpula del poder, él mismo es parte de esa cúpula, a verificarlo todo, a chequearlo todo, a controlarlo todo, a maniatarlo todo, pues el autoritarismo no se da licencias de cabo suelto alguno. Pero el verificando de costumbre le hizo la jugada. Pésima jugada. Que no sería la última ya que una vez recuperado, se recuperó a medias, cometió la que sería la omisión que “invalida” el juramento, pues el resultado es que no se sabe por qué cosa juró Maduro. Sabemos lo que decidió un alto funcionario del... Leer másDe paso que procurar no es la mejor expresión en un juramento de esta naturaleza. Si bien compromete al esfuerzo, no es rotunda en la solemnidad del caso, en virtud de que, por ejemplo, son sinónimos de procurar las siguientes palabras: pretender, intentar, querer, gestionar. De aquí se puede inferir que el enredo no es solo de Maikel Moreno sino de todo el poder chavista que hizo del juramento una proclama, casi un discurso. Antes a los presidentes se les apuntaba: Jura usted defender…. Y el defender era directo. No cabía la opción de la duda. Por su parte, el Presidente respondía, juro, y luego del juro rotundo, el recordatorio del premio o la demanda, si cumplía o no con lo que juraba. Que también queda la duda de si el texto estaba redactado de esa manera. Un texto que con seguridad ha debido ser consultado con el Palacio de Miraflores. Y si no fue así, entonces toda la responsabilidad cae sobre el magistrado presidente del Tribunal Supremo de Justicia a quien la memoria le hizo esta carambola. |
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