El puente que separa la ciudad colombiana de Cúcuta del pueblito venezolano de Tienditas es, en este instante, el punto de más tensión política en el planeta. Más incluso que el paralelo 38 que separa las dos Coreas. Más que la Franja de Gaza. Y más que la frontera entre México y Estados Unidos.
Sobre este puente de siete carriles de asfalto desgastado por el sol, 280 metros de largo, un puente que nunca se inauguró, que construyeron dos enemigos, que hasta hace unos días estaba abandonado, se libra toda una guerra de nervios