La imagen es un extremo. Por parte de Iglesias. Y lo fue para Chávez y lo es para Maduro. Cuando Iglesias comenzó a coquetear con el chavismo y con Chávez, ya este había asentado la costumbre de dirigirse al país en cadena nacional de radio y televisión con la Constitución en la mano. Chávez la abría y leía, como Pablo Iglesias anoche, sabiendo que toda España lo observaba. Chávez la mostraba, como Pablo Iglesias anoche. Chávez llamaba a que se cumpliera, a que se respetara, a que todos los factores políticos la siguieran al pie de la letra, como Pablo Iglesias anoche.
Chávez recurría a la Constitución a conciencia de que era el producto de la Constituyente que impulsó en 1999 y por tanto un instrumento inobjetable: un arma infalible contra los enemigos. Pablo Iglesias recurre a la Constitución que acaba de cumplir 40 años, reivindicada y potenciada por los factores políticos de España, a conciencia que como elemento político e institucional goza de prestigio en el amplio espectro electoral. Por tanto, Chávez e Iglesias se parecen. El líder de Podemos copia a Chávez. A Chávez le dio resultados. ¿Por qué no a Iglesias?