Ya no hay quien niegue que la gira de Juan Guaidó ha sido todo un éxito. No hay antecedentes del trato ofrecido a un presidente de Venezuela como el que Trump le acaba de brindar a Guaidó. Un conocedor de estos protocolos como Diego Arria lo asegura. Lo sabe porque siguió al detalle la visita de Rafael Caldera en el primer gobierno y acompañó a Carlos Andrés Pérez, también del primer periodo, ambos en los años 70, en su estancia en la Blair House. Pérez repitió en 1991, según recuerda quien se desempeñaba como ministro de Cordiplan, Miguel Rodríguez. "Nos quedamos dos noches y George Bush nos ofreció un banquete con 1.000 invitados". Caldera, Pérez y Guaidó son los únicos presidentes en la historia de Venezuela invitados a pernoctar en la Casa de Huéspedes. Tampoco tiene precedente la ovación unánime de republicanos y demócratas en el Congreso, una vez que fuera presentado por Trump en medio del discurso del Estado de la Unión. Ha sorprendido el secretismo con el que se manejó la asistencia de Guaidó al evento parlamentario. Y el secretismo de la entrevista con Trump en la Casa Blanca, hasta que se concretó. El presidente de los Estados Unidos, dijo Arria, no escatimó en reconocerlo como Presidente de Venezuela, y ese fue el trato que se le brindó al arribar a la Casa Blanca.
-Tenía que ser así -dijo una fuente en Washington-. La discreción era clave. Se ha logrado por la discreción absoluta. Y se le atribuye mucho mérito al embajador Carlos Vecchio. Vecchio es un tipo excepcionalmente Smart.
Lea esta nota completa en ALnavío