Son los tiempos del “mercado en funcionamiento” y de la “autorregulación de la economía” que pregona Nicolás Maduro, donde “cada sector debe tener su mapa de soluciones”. Es el momento en que la apuesta del régimen venezolano es a sobrevivir gracias al esfuerzo de los diversos actores de la economía, tras dos décadas de persecución y estrangulamiento de la actividad privada.
Con este nuevo espíritu la Superintendencia Nacional de Valores emitió una providencia con las normas relativas a la oferta pública, colocación y negociación de valores emitidos por el sector privado en moneda extranjera en Venezuela. La decisión llega a un mercado carente de opciones.
Por una parte, el crédito bancario está prácticamente paralizado por decisión de las mismas autoridades que obligan a las instituciones financieras a mantener congelada una elevada porción de las captaciones a través del encaje legal; y, por la otra, el gobierno estimuló un esquema de indexación de los créditos comerciales que dejaba sin opciones a las empresas que facturan en bolívares. De esta manera se secó el financiamiento en bolívares.
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