Lo primero, esperamos que todos nuestros lectores estén sanos y a salvo de la pandemia, y aquellos cuya salud -o la de sus familiares- se encuentre afectada por el coronavirus, reciban nuestras palabras de apoyo y solidaridad.
Si bien los expertos en medicina, fármacos, infectología y sanitaristas luchan en todo el mundo, junto a los gobiernos, para responder efectivamente a esta pandemia -reconociendo, además, que tenemos mucho que aprender de la excelente respuesta de Corea del Sur frente a esta desafortunada situación-, es inevitable mirar a la economía. Los mercados de valores no cesan en su volatilidad tras una caída abismal, a pesar de las medidas agresivas de intervención de la FED y los bancos centrales.
Las grandes industrias, como las aerolíneas, ya tienen un número flotante de la cantidad de inversiones que necesitan para evitar un colapso, en el rango de 50.000 millones de dólares, y el Congreso de los Estados Unidos ya acordó de forma bipartidista, un paquete de medidas de estímulo económico, que van más allá, proponiendo créditos blandos a las pequeñas empresas por el orden de los 350 millardos de dólares, a las corporaciones en general por el orden de los 500 millardos, y otras medidas que, en conjunto, suman dos billones de dólares, para fortalecer el sistema de salud, proteger la fuerza laboral, y financiar los seguros estadales contra el paro forzoso, entre otras cosas, que pasan incluso por 1.200 dólares de subsidio directo por persona con ingresos inferiores a los 75.000 anuales, y hasta 2.400 dólares, más 500 por cada menor de edad dependiente en los hogares de parejas con menos de 150.000 dólares en ingreso familiar. Medidas similares han sido adoptadas en Francia y España, así como en otros países.
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