Incluso Nicolás Maduro ya abre la opción de que este año no haya elecciones parlamentarias, aun cuando es mandatorio que en enero de 2021 asuma un nuevo cuerpo de diputados la Asamblea Nacional para un período de cinco años. “A estas alturas no sé si habrá elecciones porque tenemos la prioridad (del COVID-19) y sería irresponsabilidad de mi parte decir que debe haber elecciones”, aseguró este fin de semana.
El comentario lo hace a 20 días de haber reconocido públicamente como presidente de la Asamblea Nacional a Luis Parra, el diputado disidente de la oposición que terminó montando tienda aparte de la mayoría parlamentaria, tomó por la fuerza el Palacio Federal Legislativo y, junto a la fracción del chavismo, dice liderar el Poder Legislativo, considerado ilegítimo por la comunidad internacional. Con esta pieza en sus filas Maduro puede ensayar una fórmula de gobierno en medio de la crisis, mientras garantiza las condiciones favorables a su plan de control de la Asamblea Nacional que preside Juan Guaidó.
Este señalamiento de Maduro sobre las elecciones llega mientras avanza en su estrategia para potenciar, a la sombra de la contención del coronavirus, un férreo sistema de control social. Parece entonces que Maduro está tejiendo una vez más una red para sostenerse en el poder aun en medio de la pandemia de coronavirus.
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