Para el chavismo la política no es la guerra por otros medios, sencillamente es la guerra. Es su concepción de la política. Es, probablemente, el peor legado de Hugo Chávez a sus acólitos.
Desde su llegada al poder hace 20 años el motor de toda la acción chavista ha sido el conflicto permanente, la búsqueda incesante e insaciable de los enemigos de la causa. Como se puede apreciar hoy en el resto del mundo esa es una de las características fundamentales del populismo.
En ese sentido, el chavismo ha cumplido rigurosamente el libreto. Primero fue el enemigo anterior. Los gobiernos de Acción Democrática y Copei (1959-1998) contra los cuales enfiló la culpabilidad de todos los errores, de todos los fracasos. De todas las traiciones históricas. Reales o supuestas. Hugo Chávez exprimió ese argumento hasta más no poder.
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