A Nicolás Maduro le advirtieron los militares bien temprano de los problemas que podía generar una escasez total de gasolina. Se lo advirtieron desde finales de 2019. Y le advirtieron que no podían mezclarse esos dos elementos: gasolina y alimentos, escasez de alimentos. Y se han juntado.
El coronavirus le dio la excusa a Maduro para tapar la falta de gasolina. Pero esto le funcionó en cuestión de días y hasta semanas. Porque más rápida que la expansión de la pandemia ha sido la tensión por la búsqueda de la gasolina. Y a esto se suman los precios. Se suma el nuevo empuje de la hiperinflación. Y se suma que siguen los apagones. Y se suma que siguen los cortes de agua. Y se suma que Maduro no tiene salida.
Y la salida que encuentra es la presión. Es tensar la cuerda. La tensa en la calle, pues la gente ha comenzado a protestar. La gente quiere comida. La gente tiene la impresión de que los alimentos se van a acabar. Y se van a acabar porque no hay quien los produzca y la producción que queda en el campo no puede ser transportada porque no hay gasolina. Y ya no puede importar alimentos como antes porque no hay dinero y el mercado internacional entró en otra dinámica de compras y ventas con mayor competencia provocada por el coronavirus.
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