Juan Carlos Zapata (ALnavío).- A los 84 años, Mario Vargas Llosa está leyendo más que nunca. Lee 10 horas al día. Y lee, dice, desde que amanece hasta que anochece. Y lee, dice, “en un estado de felicidad absoluta”. Una felicidad que sólo modera el latente recuerdo de que el coronavirus está allí, afuera, acechando. Pero es por cierto la plaga la que ha obligado a que se establezca en Madrid el “aislamiento forzoso” que el premio Nobel aprovecha y lo lleva a los tiempos de la infancia y la juventud cuando descubrió las letras y la lectura.