Por Pedro Benítez (ALnavío).- ¿Por qué Nicolás Maduro no encarcela a Juan Guaidó? Lo amenaza directa e indirectamente. Encarcela y persigue a sus colaboradores. Estrecha el cerco en su contra. Incluso Cilia Flores pronunció algo que sonó a sentencia: “Guaidó no se salva de esta”, haciendo referencia a la Operación Gedeón. Pero no lo detienen. ¿Por qué?
Porque Maduro prefiere destruirlo políticamente antes que convertirlo en mártir. Hay que descabezar a cualquier líder que aparezca en la oposición venezolana. Por eso la campaña para convertirlo en el chivo expiatorio de todos los males que padecen los venezolanos. En ese propósito el madurismo no está solo, lo acompañan los sectores marginales que se dicen de oposición. No por casualidad, es parte del mismo plan.
Según el Antiguo Testamento, Dios exigía a los piadosos el sacrificio de una cabra o cordero como ritual para la expiación de sus pecados. En el relato bíblico los antiguos hebreos escogían de su rebaño al mejor animal, el que no tuviera defectos ni manchas, para que en su inmolación cargara simbólicamente con los pecados de todo el pueblo. Este era el chivo expiatorio. El imputado con las culpas de los demás.
En su invariable táctica de siempre culpar al otro, en vez de resolver problemas, al chavismo nunca le ha faltado a quien señalar como el chivo expiatorio de ocasión. El presunto culpable de todos los errores y de todos los fracasos. El saboteador de la economía y del sistema eléctrico. El jefe de la guerra económica. El promotor de la violencia. Siempre debe haber un enemigo. El anterior, el interior y el exterior.
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