Nadie está contento en Venezuela pero el que peor la pasa es Nicolás Maduro

Juan Carlos Zapata (ALnavío).- Nadie está contento en Venezuela. Nadie puede estarlo. Ni el padre de familia. Ni el joven universitario. Ni la madre. Ni el trabajador. Ni el empleado público. Ni el rico ni el pobre. Ni el político de oposición. Ni el político chavista. Ni siquiera el político más madurista. Ni el militar. Nadie está contento. Ni Maduro. Ni Guaidó.

¿Quién duerme tranquilo en Venezuela? En la familia el padre y la madre sufren por los gastos del día, ¿cómo cubrirlos? El trabajador del transporte no sabe si hoy podrá conseguir gasolina. El empresario sufre por las pérdidas acumuladas de años, y ese empresario pierde en Venezuela, y pierde en el exterior porque el coronavirus le cambió el rumbo a los negocios allá afuera, también. Sufre la mujer que espera la remesa que le envía el hijo desde Chile, España o Perú, y ahora no sabe si llegará puesto que el hijo la está pasando mal. Sufre el profesional que afectado por la falla del internet ya no puede cumplir con los trabajos que le encargaba una compañía de diseño de Nueva York.

Nadie está contento. Falta el agua. Falla la electricidad. Falta la comida, y la que hay está muy cara. Nadie está contento. No lo está el que era rico antes y el que se volvió rico con el chavismo. No está contento el enchufado. De qué le sirve ser enchufado en un país destruido y de paso en cuarentena. No está contento el diputado que en la práctica no es diputado. Tampoco el ministro de Maduro que solo es ministro de nombre y sabe que en la práctica lo que hace es nulo, o estéril, o no sirve, no ha servido. No está contento el médico en la clínica privada que no puede ejercer la profesión a plena capacidad. No está contento el militar que duda, que a veces piensa en qué defiende, y piensa a dónde va esto, mira el rumbo del país, y oye la queja familiar, y se pregunta cuándo llegarán los gringos, y si tendrá que pelear, y qué pasará, y quién ganará, y cuánto sangre correrá, y si vale la pena que la sangre corra. Y no está contento sabiéndose espiado, sabiéndose rodeado.

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